COMPORTAMIENTOS
Los
hombres lloran 4 veces menos que las mujeres
Sin embargo, dice un estudio,
antes lloraban aún menos. La moda del varón sensible.
Por
Manuel Díaz Prieto
Llorar ya no es monopolio de la mujer
y el rígido código que impedía a los hombres soltar unas lágrimas
también se ha evaporado. "Hoy, en muchos contextos, ser calificado
como un hombre sensible es un auténtico halago", dice
Tom Lutz, autor del apasionante ensayo "El llanto. Historia
cultural de las lágrimas". "Incluso, el llanto masculino puede
ser interpretado como un signo de fortaleza más que como
un rasgo de debilidad, mientras que el de las mujeres empieza
a ser visto como una señal de inestabilidad en vez de ser considerado
una flaqueza", agrega.
Y es que, según Lutz un profesor de la Universidad de Iowa,
Estados Unidos "a finales de los años 60, la idea de que las
mujeres fueran más emocionales y los hombres más racionales
fue explícitamente atacada por sexista". Las feministas estaban
convencidas de que, "en una cultura que premiaba la racionalidad,
identificar a las mujeres con la emotividad era humillante.
Curiosamente, en aquella misma época se plantó la semilla del
argumento opuesto: la idea de que la emotividad de las mujeres
constituía una cierta superioridad moral".
Esta última idea germinó en los últimos años, al tiempo que
los cines se poblaban de jóvenes "llorones", hijos de padres
que, "de ninguna manera se habrían permitido tal debilidad".
Y no sólo eso: hasta los más relevantes personajes de la pantalla
renuncian a la fortaleza total para recoger los réditos de
las lágrimas, a las que el público no sólo no condena sino
que premia, por considerarlas producto de la sinceridad. La
realidad también revela sus efectos: el presidente estadounidense
George W. Bush gozó su pico de popularidad cuando la televisión
lo mostró llorando en el "ground zero" (el sitio donde estaban
las Torres Gemelas, en Manhattan).
"Hay tres tipos de lágrimas dice el oftalmólogo español Juan
Murube del Castillo. La basal, la refleja y la emocional".
La primera, explica, se encarga de lubricar el ojo conformando
una membrana líquida que protege el ojo y permite el contacto
visual con el mundo. La córnea tiene una superficie que dista
de ser perfecta: es irregular, rugosa. Las lágrimas basales
suavizan estas irregularidades, posibilitando el sentido de
la vista. Por su parte, las lágrimas reflejas son las provocadas
por una estimulación de la córnea, como, por ejemplo, la intrusión
de un granito de arena.
¿Y las emocionales? "Qué duda cabe de que son las más misteriosas
y complejas. Hasta donde se sabe, ninguna otra especie animal
produce lágrimas emocionales. Los seres humanos son los únicos
capaces de llorar de emoción. Casi siempre se trata de una
exhibición para los demás", dice Murube del Castillo. Sin embargo
la falta de información al respecto es tal que la primera investigación
sobre el llanto no fue llevada a cabo hasta fin de los 70. Entonces,
el resultado fue que las mujeres lloraban un promedio de 30
veces al año y los hombres, menos de 6.
Un estudio actual realizado por el investigador William Frey,
autor del libro "Llorar, el misterio de las lágrimas" arrojó
un resultado ligeramente diferente: 64 episodios de promedio
anual para las mujeres y 17 para los hombres, lo que implica
un volumen cuatro veces menor de lágrimas masculinas que femeninas.
Además, el informe agregó que los hombres lloran un promedio
de cuatro minutos por episodio, mientras las mujeres se "desahogan"
durante seis o más. Pero, aunque, hoy, los hombres lloran sin
pudor, los estereotipos de género siguen teniendo un peso decisivo.
Al menos eso fue lo que manifestó otro estudio, que comprobó
que las mujeres lloran más que los hombres si miran una película
"emocionante" en compañía de alguien del sexo opuesto que cuando
lo hacen con alguien de su mismo género.
Y aunque no existe ninguna evidencia científica de que un buen
llanto reporte beneficios fisiológicos, el 85 por ciento
de las mujeres confiesan que se sienten mejor después de llorar
largo y tendido. Por su parte, los hombres parecen decididos
a no quedarse atrás: también confiesan que les hace bien soltar
sus lágrimas.
Fuente:
Diario "Clarín", Argentina
Febrero
2 de 2004
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