REFLEXIÓN
Vivir con los
ángeles no hace de nosotros personas diferentes. No nos vuelve mejores,
ni nos perfecciona. Simplemente nos permite ser tal como siempre supimos
(o deseamos) ser interiormente. Ese perdido yo interior vive en el corazón
y es en nuestro mismo corazón donde nos llevan los ángeles.
Usa lo que descubras en tu vida cotidiana y comparte los ángeles con
otras personas. El hecho de haber establecido sociedad con tu ángel
no significa que todos tus problemas desaparezcan por milagro. Significa
sí, que descubrirás opciones y alternativas para resolverlos creativamente.
La vinculación angélica expande nuestra habilidad humana y aumenta nuestra
capacidad.
Hoy ángel es sinónimo de dulzura, de gracia, de caridad cristiana, de
ayuda solidaria. Y por eso acuden a los hombres como Ángeles de la Guarda
o como previsores vigilante. Para unos habitan en el cielo y bajan a
la tierra para servirnos, para otros, habitan en nuestro interior y
son sólo ideas consoladoras en las que el hombre conflictuado se apoya.
Sea como sea, los ángeles han logrado un nuevo Renacimiento, y su nueva
evocación recorre el mundo actual. El mundo de los ángeles se confunde
otra vez con el mundo del hombre... Y vos, ¿ya descubriste al tuyo?
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