Viernes 8 de agosto de 2014
Un pilar en la defensa y plena vigencia de los derechos humanos
Carta a Estela Barnes de Carlotto: “Memoria, Verdad y Justicia”


El Rectorado de la Universidad Nacional de San Luis desea sumarse con una inmensa alegría y emoción a las múltiples voces que celebran con justa razón, la aparición del nieto de la presidenta de la Asociación Abuelas de Plaza de Mayo, Estela Barnes de Carlotto, quien representa un pilar en la defensa y plena vigencia de los derechos humanos.

Es un orgullo para quienes integramos esta Casa de Estudios ser testigos de que, tras treinta años de incansables búsquedas y esperas, se concrete por fin ese tan ansiado abrazo entre una abuela y su nieto,  entre Estela y Guido Carlotto.

Tuvimos además la satisfacción de reconocer a Estela en dos ocasiones, con las distinciones Honoris Causa y el Premio Mauricio López, por su incansable lucha a favor de la plena vigencia de los derechos humanos.

La restitución de la identidad a un nuevo nieto –el 114 de las Abuelas desde 1983- significa un paso más en el largo camino recorrido que nació en reclamo de la “Memoria, Verdad y Justicia”, un emblema que vuelve hoy más que nunca a nutrirse de la fuerza de los que continúan reclamando por sus seres queridos.

El caso de Guido lo tomamos como propio. Es un símbolo de esperanza y fortaleza para seguir exigiendo por la aparición de los restos de nuestro primer rector, Mauricio Amílcar López, quien fue secuestrado el 1 de enero de 1977 por nueve hombres que irrumpieron en su domicilio con el rostro tapado, como quien se oculta para no exponer sus miserias humanas.

Por último, queremos comunicar que en nuestro rol de institución del conocimiento tenemos el pleno convencimiento de que si bien el merecido hallazgo de Guido es un hito de trascendental importancia, en esa parte de la historia trágica de la Argentina que tanto lamentamos por la desaparición forzosa y posterior  asesinato de personas, el reclamo por los 400 nietos que aún faltan recuperar no se detendrá y más todavía, seguirá con un impulso mayor.

Si algo aprendimos de aquellos oscuros años sembrados por el Terrorismo de Estado es que las ideas no desaparecen siempre que haya alguien que las defienda, inclusive con la propia vida.

Así nos lo enseñó Mauricio como persona y docente, reafirmándolo en su última carta escrita de puño y letra pese a estar privado de su libertad: “…tengo la conciencia plenamente tranquila. No soy ni he querido hacer otra cosa que un cristiano preocupado por el testimonio y por el servicio que la fe pide hacer al hombre”.


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