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Nota sobre aranceles en las nuevas Universidades - LA NACION - 12-04-99


Retorna un debate clásico en la enseñanza superior
El arancel gana espacio en las universidades nuevas y pequeñas
En la sede de Tres de Febrero, el 93% de los alumnos paga sin quejas $ 25 por mes


En Tres de Febrero aceptan de buen grado el arancel

Foto: Sergio Llamera

Lejos de suscitar debates e irritaciones, el cobro de aranceles por los estudios de grado comenzó a abrirse camino en las universidades nacionales de reciente creación.

La sede que más avanzó es la Universidad Nacional de Tres de Febrero, asentada en El Palomar, que a un año de su creación mantiene sin quejas ni reclamos estudiantiles el cobro de un arancel de $ 25 por mes, que paga puntualmente el 93% de los alumnos.

El pago de aranceles despierta habitualmente encendidas controversias en las universidades estatales tradicionales, que vinculan el principio de la gratuidad de la enseñanza con la autonomía universitaria.

En los últimos años encarnaron el debate la Universidad de Buenos Aires, encabezada por su rector, Oscar Shuberoff, y la ministra de Educación, Susana Decibe, que hace dos años propuso a los rectores "emitir señales concretas para mejorar sus arcas universitarias y no abroquelarse detrás de las reglas de oro de la autonomía universitaria y la gratuidad".

Arancel obligatorio

Al margen de algunos mecanismos de contribución voluntaria iniciados en algunas sedes, la Universidad de Tres de Febrero fue la primera en establecer en forma efectiva el cobro de aranceles para todos los alumnos, si bien se mantienen programas de asistencia y becas. Sobre una población estudiantil de 600 estudiantes, sólo 40 no abonan la cuota por acreditar dificultades económicas.

Al pago de las diez cuotas mensuales de $ 25 se suma la matrícula de inscripción (otros $ 30) y el cobro de un arancel único de $ 30 a los 400 alumnos que cursan el ingreso.

La recaudación asciende a 169.000 pesos mensuales, casi un 10% de los 2.030.000 pesos que la universidad recibe del presupuesto nacional. El monto se destina a la instrumentación de un sistema de becas y programas de equipamiento, lo que conforma a los alumnos, según percibió La Nación en una recorrida por la facultad.

"Veo que no estoy tirando la plata", expresó Carlos María Cabreras, que tiene 20 años y estudia la carrera de Administración de Empresas.

Además de esta carrera, la Universidad de Tres de Febrero dicta las licenciaturas en Relaciones Comerciales Internacionales, Administración Pública, Gestión del Arte y la Cultura, Estadística, Políticas Sociales, Enfermería, Historia, Geografía, Ciencias de la Educación y Gestión Escolar.

A la experiencia de Tres de Febrero se suma la contribución solidaria fijada en la Universidad de Villa María, que este año tiene 1500 alumnos, el doble que en 1998.

El rector de la sede cordobesa, Carlos Domínguez, explicó que el arancel es voluntario y que los alumnos deciden cuánto dinero aportar. Para ello tienen tres categorías de contribuciones, de 75, 50 y 30 pesos, que los estudiantes cubren según su capacidad. Los que no pueden pagar, presentan su situación económica ante una comisión de estudiantes, docentes y no docentes que evalúa el caso. Si se acepta el pedido, el alumno es eximido del pago.

Objetivos de mediano plazo

En la Universidad de Tres de Febrero, los alumos que no pueden afrontar el pago deben presentar una nota para pedir la exención del pago del arancel. "Pero nadie deja de estudiar por tener problemas económicos", aseguró a La Nación el rector de la universidad, Aníbal Y. Jozami.

La casa de altos estudios espera que dentro de dos o tres años el alumnado crezca a 2500 o 3000 y se estabilice en ese número. Hoy reciben 2.030.000 pesos del presupuesto nacional, pero sus autoridades pugnan por conseguir un subsidio adicional de $ 1.500.000 que se destina a las universidades nuevas.

Uno de los antecedentes más directos en el cobro de aranceles es la contribución estudiantil voluntaria que rige desde 1990 en la Universidad Nacional de Córdoba.

Dispuesta para hacer frente a "las severas restricciones presupuestarias impuestas por el Estado Nacional", el aporte se aplicó primero en algunas facultades y luego se extendió a casi la totalidad de las unidades académicas.

Se fijó como tope máximo el cobro anual de 78 pesos, en cuotas determinadas por cada facultad.

En Derecho se establecieron 10 cuotas de 4 pesos; en Ciencias Económicas, 6 pagos de 10 pesos; en Agronomía, 10 cuotas de 6,50 pesos, y en la Facultad de Matemática, Astronomía y Física, 10 cuotas de 5,40 pesos. El aporte más bajo lo reguló la sede de Arquitectura, con 10 cuotas de 3,80 pesos.

La recaudación global de todas las facultades en 1998 ascendió a cerca de 4 millones de pesos.

Con el dinero se compraron computadoras

Los estudiantes de la Universidad de Tres de Febrero consultados por La Nación están de acuerdo con el arancel mensual de 25 pesos. Sin embargo, dejaron en claro la condición de que el precio sea bajo y que contribuya a mejorar la calidad de la educación.

Carlos Villablanca, de 23 años, opinó: "Me parece bien que cobren una cuota. Es una manera de juntar plata y dar becas para ayudar a quienes no tienen las mismas posibilidades".

Martín Costas, que asiste al curso de ingreso para Relaciones Comerciales Internacionales, aseguró que no tiene problemas para pagar el arancel porque trabaja como empleado en una librería. Está de acuerdo, "sobre todo si al dinero se le da una utilidad social, como becas a los alumnos sin recursos".

Carolina Fabregad, que cursa el primer año de Administración de Empresas, rescató que "lo bueno es que no te obligan; el que puede lo paga y el que no puede, no". Y Juan Manuel Durán, de 17 años, aseguró también que el dinero recaudado "sirve para mejorar el nivel de la educación. Ahora se pueden comprar computadoras nuevas con programas actualizados".

Respecto de los cambios producidos con el dinero reunido con las cuotas, la alumna Laura Alejandra Tomizzi, de Administración de Empresas, comentó: "Cuando empezamos, no habían comprado las computadoras, pero ya las consiguieron. Además, pusieron los cursos obligatorios de inglés".

El caso de La Matanza

En la Universidad Nacional de La Matanza, otra sede del conurbano bonaerense de reciente creación, el arancel, en cambio, no es tema de preocupación.

Allí estudian 15.000 alumos y el rector, Daniel Martínez, justificó su posición: "Lamentablemente, el presupuesto de las universidades es cada vez más bajo. Sin embargo, tenemos una política de no arancelar; La Matanza es una zona muy careciente y les haríamos un flaco favor a los alumnos si les cobráramos aranceles".

Para compensar la escasez de fondos, dijo, se promueven convenios de pasantías y acuerdos con empresas, como asesoramiento profesional a cambio de honorarios. Otra vía alternativa para recaudar fondos.

Mariano Ure Copyright © 1999 La Nación | Todos los derechos reservados


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