Facultad de Ingeniería y Ciencias Económico-Sociales
Universidad Nacional de San Luis
Palabras del Ing. Ramallo

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Palabras del Ingeniero Juan Carlos Ramallo

Sr. Vicerector, Srs. Decanos, Sres. Consejeros del Honorable Consejo Directivo,Sres. Docentes, Alumnos, No Docentes, Sras y Sres.

Quiero comenzar expresando mi más profundo agradecimiento por que se me ha honrado con la designación de Profesor Honorario de la Universidad Nacional de San Luis.

El Artículo 50º del Estatuto Universitario establece que serán designados aquellos docentes que merezcan tal distinción por sus méritos personales o por haber prestado servicios especiales a la Universidad en la enseñanza y la investigación.

Les pido a Uds. que me permitan relatarles por qué y cómo comencé, allá por el año 1990 y en la Facultad de Ingeniería y Ciencias Económicos Sociales, a saldar una DEUDA ÉTICA y MORAL que había adquirido con la Provincia de San Luis.

Soy puntano, mi Padre fue un modesto maestro que llegó a director de escuela y mi Madre una maravillosa y adorable mujer, ama de casa, que atendió a sus 5 hijos con amor y cariño. De ambos recibí los principios que sentaron los cimientos de conducta para el resto de mi vida.

Comencé mis estudios primarios en la Escuela Justo Darac Nº 41. Luego, como quería seguir estudiando, tuve que partir con 12 años hacia Bs. As., al Colegio Salesiano ´Carlos María Casares´ de la localidad Del Valle.

Recuerdo el día de partida, la emoción y tristeza de la despedida de mi madre y hermanos. Y mientras el tren se alejaba de Mercedes, como YO nunca me había separado de mi familia, sentía cada vez más temor y angustia por los tantos interrogantes que me esperaba en mi nuevo destino. Aún recuerdo que mi angustia crecía, hasta el límite que algunas lágrimas corrieron por mis mejillas.

Ya en Bs.As., con toda la energía propia del pasaje de la niñez a la adolescencia, aproveché para conocer muchas cosas, que para aquella época, sólo se veían en la gran Urbe.

Pero también fue tiempo de mucha dedicación al estudio, lo que me permitió obtener el mejor promedio de 5° Año y hacerme acreedor a la Medalla de Oro al mejor egresado.

La comunidad Salesiana poseía por aquellos años la Universidad Salesiana del Trabajo, en la cual se dictaban varias carreras, pero no la que mi vocación me indicaba.

Aunque en las Universidades de Bs.As. y de La Plata ya existía la carrera de Ingeniero Agrónomo, terminé estudiando a 1200 Km. de ellas en razón de un convenio de ingreso que existía entre la Universidad Salesiana del Trabajo y la Universidad Nacional de Tucumán.

Pero el gran problema que se me presentaba para seguir con los estudios universitarios, estaba relacionado con los recursos necesarios para mantenerme.

En ese momento, durante el año 1956, surge el mencionado compromiso ético y moral con la Provincia de San Luis, al otorgárme una Beca de Honor, con duración de dos años, disponible para los egresados secundarios de alto promedio y deseos de seguir progresando mediante los estudios universitarios.

La única condición era que en algún momento debía devolverla, bajo la forma de servicios, donación u otra manera, que significara un beneficio para la comunidad puntana.

Así comencé mi vida universitaria en la Facultad de Agronomía y Zootecnia de la U.N.T., luego me integré a su comunidad académica como Ayudante Estudiantil en las cátedras de Horticultura y Fitopatología.

Pero también fue durante este período que conocí a la mujer, también estudiaba Agronomía, con la cual construí la otra parte importante de mi vida, la familia con cuatro hijos y actualmente con varios nietos.

Si fuese posible analizar el genoma de esta familia, quizás se encontraría el gen o conjunto de genes relacionados con la vocación por la Fitopatología, ya que mi esposa y dos hijas se dedican a esta especialidad, y una tercera que es Doctora en Biología se dedica a la sanidad de los peces.

Con el tiempo me incorporé a la cátedra de Fitopatología y pasando por todos los niveles docentes, siempre por concursos, llegué al cargo actual de Profesor Titular, que dicho sea de paso dentro de poco rendiré por tercera vez concurso para dicho nivel.

Pero, lo interesante es comentarles como llegué a la Facultad de Agronomía de la Universidad de San Luis.

Recuerdo que fue durante las VII Jornadas Fitosanitarios Argentinas realizadas en la Provincia de Salta, en el año 1989, donde conocí a la Ing. Teresita Pagnone.

Ella me comentó que la cátedra de Fitopatología estaba sin docentes y me propuso, si yo estaba dispuesto, a asumir la responsabilidad de dictar la asignatura.

No dudé un instante, esta Facultad estaba naciendo en la tierra de mis raíces y además me brindaba la posibilidad de saldar la deuda de honor adquirida con San Luis.

Era el momento de empezar a devolver aquella beca y lo mucho que había significado para mi futuro profesional.

Fue el Ing. Luis Medina, entonces Director de la todavía Escuela de Agronomía, quien concreta mi participación docente en esta casa.

Durante la conversación que tuvimos recuerdo que le expresé que, no sólo quería venir a dictar la disciplina, sino también que se me permitiera formar un grupo de trabajo en Fitopatología, desarrollar un Laboratorio y construir un Invernáculo.

Cuando asumí las actividades docentes, compartí el gabinete con la asignatura Fisiología Vegetal.

La gestación del grupo de trabajo comenzó con la incorporación de las Ings. Agrs. Susana Larruse como Jefe de Trabajos Prácticos y Nora Andrada como Auxiliar Graduado, ambas actualmente están finalizando sus postgrado en la especialidad.

Se organizó un Proyecto de Investigación con docentes e investigadores de Fitopatología, Zoología, Terapéutica y Horticultura, constituyéndose en un importante grupo de trabajo que brinda respuestas a varios problemas hortícolas que se presentan en la zona de Río V y Valle de Quines.

Esto demuestra que la participación interdisciplinaria sirve para potenciar organizada y creativamente un protagonismo obligado que tenemos con la sociedad toda y el sector agropecuario en particular.

Así lo entendieron el Ing. Federico Bornard, profesor de Horticultura, y la Ing. Nora Martínez de Zoología Agrícola.

En síntesis, contamos con recursos humanos de alto nivel de capacitación, laboratorios e invernáculo equipados con tecnología de avanzada, y nuestro laboratorio le presta servicios de diagnóstico a productores, empresas privadas y a instituciones oficiales del medio.

En esta circunstancia quiero recordar a mi Maestro, que con su ejemplo guió mi formación profesional y personal, el Ing. Agr. Santiago Zabala, en esos momentos Profesor Titular de Fitopatología, persona humilde y comprometida con su trabajo y con la sociedad.

Desde su enseñanza y de lo que fui aprendiendo a través de mi vida de docente e investigador, me convenzo cada vez más que la Universidad es creadora de un saber fundamentado y medio de cultivo intelectual y científico.

Generadora de herramientas teóricas y prácticas útiles, y transferibles a una sociedad que las demanda.

Razón por la cual, hoy más que nunca existe la imperiosa necesidad de una coherente relación entre la ´política nacional, provincial o regional´ con la ´política universitaria´, en pro de encontrar un impulso de ideas renovadoras que conduzca significativamente a un mejor nivel de vida en la sociedad.

Y nosotros, los docentes universitarios tenemos el desafío de preparar profesionales para el Siglo XXI, no sólo en los conocimientos de las ciencias agropecuarias. Más aún, es fundamental que ellos adquieran la virtud ética y cívica, necesarias para ocuparse solidariamente de su comunidad.

Hay que apoyarlos y alentarlos para que con sus acciones contribuyan a construir una sociedad mejor.

Para finalizar quiero compartir esta distinción que me otorga la Universidad de San Luis, con mi esposa e hijos y con cada una de todas aquellas personas que contribuyeron a que mi vida personal y profesional dé un balance positivo y gratificante.

Agradezco nuevamente a la Universidad, a la Facultad y a cada uno de Ustedes por la distinción que me otorgan.

MUCHAS GRACIAS.



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