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CLASE PUBLICA Introducción
Es habitual que al
comenzar una clase el alumno se pregunte para qué sirve este tema y que
aplicación tiene. Por ello creo que habremos cumplido con el objetivo de
esta clase pública si al finalizar la misma, a todos quienes estamos aquí
nos quede el convencimiento que ha servido para algo y que los conceptos
aquí vertidos sirvan para conocer causas y definir y llevar adelante
acciones concretas. El
contexto global
A partir de 1976,
junto al terrorismo de estado, se puso en marcha un modelo económico de
corte netamente neoliberal, que a la par que destruía a la industria
nacional con el auge de la importación, favoreció la especulación con
financieras, mesas de dinero y un dólar subvaluado, que hizo que los
argentinos fuésemos conocidos en el exterior como “el deme dos”. Estos
años se conocieron como los de la “Plata Dulce”. La deuda externa pasó de
$12.000.000.000 en 1978 a 43.000.000.000 en 1982. Este nuevo endeudamiento
externo presentó algunas particularidades: los principales prestamistas ya
no fueron los organismos internacionales de crédito, sino la banca privada
trasnacional. De allí en más tanto el Fondo Monetario Internacional como
el Banco Mundial pasaron a ser representantes y negociadores de los
principales prestamistas, es decir de los bancos privados extranjeros. Por
otro lado el estado dejó de ser el demandante exclusivo y el sector
privado, demandando recursos al exterior se convirtió en deudor
externo. Y aquí es necesario
tener en cuenta que los deudores externos que comenzaron a imponer las
modalidades y el ritmo del endeudamiento externo fueron los integrantes
del sector privado, más específicamente un reducido número de grupos
económicos, conglomerados extranjeros y empresas trasnacionales que
constituían el núcleo del capital concentrado de nuestro país. Esta
situación alteró el carácter del endeudamiento del sector público porque
quedó subordinado a las necesidades de los sectores dominantes. El estado
debió endeudarse para abastecer la demanda de dólares en el mercado de
cambio, y por otro lado en 1982 se hizo cargo de la deuda contraida por
los grupos económicos y los diferentes capitales extranjeros. El
Presidente del Banco Central en ese momento, era un joven economista de la
Fundación Mediterránea. Su nombre Domingo Felipe
Cavallo. Durante la década
del ochenta los recursos transferidos hacia el capital concentrado alcanzó
los 67.500 millones de dólares, provenientes de subsidios as sector
financiero por la quiebra de entidades y la licuación de la deuda interna,
el costo fiscal de la promoción industrial, los subsidios a las
exportaciones, etc. Las reformas
estructurales ocurridas a comienzos de la década del 90, especialmente la
privatización de las empresas estatales y el Plan de convertibilidad
fueron las políticas llevadas adelante para superar las crisis
hiperinflacionarias. Esto permitió a los sectores dominantes subordinar al
resto del conjunto social, consolidándose el predominio de la cúpula de
economía. En Diciembre de
1993 la deuda pública era de $ 53.500 millones y actualmente oscila en los
$ 130.000 millones. Este aumento de $ 75.000 millones en tan sólo siete
años y medio se debió a varias razones: la reducción de los aportes
patronales a la Seguridad Social, los aportes bajaron a la mitad y en ese
concepto el estado dejó de recaudar hasta ahora $ 21.500 millones de
dólares. Las AFJP llevan
recaudados 25.000 millones de dólares de los aportes de los afiliados que
antes ingresaban al régimen público. A raíz de una mayor
evasión y a la implementación de contratos laborales sin el pago de las
cargas sociales se dejaron de recaudar 10.000 millones de pesos
anuales. En definitiva, en
estos siete años y medio, el estado dejó de recaudar por más de 100.000
millones de dólares que fueron a parar a las empresas y a las AFJP.
Esta diferencia fue
financiada en parte por el aumento del IVA en 1995 del 18% al 21% y todos
sabemos que el IVA lo pagamos los consumidores. Así queda una
brecha de $ 70.000 millones de dólares que fue financiado con préstamos
cada vez con mayores intereses y prestado en parte por las propias AFJP y
el sector financiero: o sea con nuestro propio
dinero. Por otro lado, el
principales incremento de los gastos del estado fue para pagar los
intereses de la deuda que pasaron de $ 3.500 millones anuales en 1994 a $
11.500 millones este año. Entre las AFJP y la
rebaja de aportes, este año el estado deja de recaudar $ 9.800 millones de
dólares y si consideramos que el déficit es de $ 6.500 millones habría un
superávit de $ 3.300 millones, pagando inclusive el 100% de los intereses
de la deuda y aun porcentaje menor por la caída del famoso riesgo
país. Si a esto le
tenemos que sumar los subsidios a los ferrocarriles, peajes y operadores
de canales fluviales por casi $ 400 millones de dólares, el doble del
recorte anunciado a la educación superior. Finalmente la
evasión de los grandes grupos que de acuerdo a lo manifestado por el
propio Ministerio de Economía sería de $ 30.000 mil millones por
año. La suma de $ 11.500
+ $ 9.800 + $ 400 + $ 30.000 = $ 51.700 El déficit es de $
6.500 por lo que se está concentrando capital por $ 45.200
millones. Rol
de la Educación Pública.
Estamos frente a un
proceso de avance científico y tecnológico sin precedentes que exige cada
vez mayor calificación profesional para acceder al mercado laboral y el
rol de la Educación Pública en sus distintos niveles, debe ser el de
otorgarle a los niños y jóvenes los conocimientos necesarios para poder
desempeñarse en ese contexto. Un joven que hoy
tiene 20 años debería formar parte de ese mercado laboral por los próximos
45 años. Cual será el estado de la ciencia, la técnica, las condiciones
laborales dentro de 45 años, nadie hoy lo puede predecir; de manera tal
que sólo aquellos que tengan el conocimiento adecuado en una determinada
disciplina podrán desempeñarse adecuadamente. Serán quienes formen parte
del sistema. Quienes no lo logren serán los excluidos, los futuros
marginados por su falta de conocimiento. Queda claro que nunca
la humanidad ha tenido tantos conocimientos para resolver problemas, pero
cual es el modelo de sociedad deseado y por ende que es lo que debe
aportar ese conocimiento a la sociedad y como “distribuir el
conocimiento”, sin
duda debería ser el gran desafío de todos los gobiernos y por ende debe
ser considerado una cuestión de estado. Debe estudiar el
que quiera y no el que pueda y ello solo es posible con un excelente
sistema de educación pública en todos los niveles basado en tres premisas
básicas: democratización, calidad y pertinencia. ü
Democratización: entendida como
igualdad de oportunidades y de posibilidades de acceso, permanencia,
egreso y reingreso al sistema educativo. ü
Calidad:
como un concepto que
apunta a definir y evaluar criterios y estándares académicos adecuados
para una interacción exitosa con el entorno actual y con su transformación
hacia niveles crecientes de satisfacción personal y
social. ü
Pertinencia: es el grado de
correspondencia entre los fines de la educación y las necesidades de la
sociedad. En este contexto es
necesario conformar una sociedad con reales expectativas de mejorar
progresivamente su calidad de vida, en un marco de solidaridad, que
permita convertir a Argentina en un país competitivo
internacionalmente. El conocimiento,
entonces, debe ser distribuido en condiciones de equidad y el desafío es
brindar a todos los habitantes del país las mismas posibilidades de llegar
a un conocimiento calificado y pertinente. Ahora bien, si
estamos de acuerdo en este concepto, la educación pública debe ser
revalorizada y no atacada. Con este recorte
presupuestario realizado a la Universidad Nacional, que para cumplir con
la ley de déficit cero, debería incrementarse en los próximos meses, se
bloquea totalmente su capacidad de funcionamiento, se contribuye a su
vaciamiento tanto de personal como de alumnos. Para los
economistas del sistema la solución sería muy sencilla: si, por ejemplo,
la Universidad de San Luis tiene hoy 10.000 alumnos y a priori
consideramos que el 50% puede pagar arancel, pues que paguen $ 100 por mes
cada alumno que pueda para equilibrar el recorte y que el que no pueda se
quede en su casa. Además al reducir a la mitad el número de alumnos se
necesitarían menos docentes por lo que se reduciría también el costo
docente y habría fondos frescos para inversión por lo que aumentaría la
calidad de la enseñanza. Un círculo perfecto. La pregunta señores
es que pasa con los 5.000 alumnos que quedan afuera, que harán el resto de
su vida, se los está condenando a ser los futuros excluidos del sistema,
¿acaso es ese el modelo de sociedad que queremos dejarle a nuestros
hijos?, ¿acaso cada uno de nosotros pretende que su hijo sea un futuro
excluido del sistema?. Creo que ese debe
ser el eje de la discusión: el conocimiento no puede ser concentrado, debe
ser distribuido con calidad y pertinencia y en esto el rol de las
universidades públicas es fundamental, pero para ello es necesario que
nuestros gobernantes se convenzan que la educación es una cuestión de
estado que no puede estar supeditada a los caprichos y vaivenes de los
mercados y del capital especulativo. Por ello la lucha es larga y tengamos
presente que más allá de los sueldos, más allá de los actuales recortes
presupuestarios, en esta lucha de hoy estamos definiendo un modelo de
universidad, y con ello estamos definiendo quienes podrán acceder al
conocimiento en las próximas décadas. Estamos definiendo en esta lucha el
modelo de sociedad de las próximas décadas, estamos definiendo quienes y
cuántos serán los futuros excluidos del sistema. Es necesario que estemos
todos a la altura de tamaña responsabilidad. Acciones
futuras
Frente a este
cuadro de situación queda claro que el problema fundamental es
esencialmente la concentración económica. Sólo habrá crecimiento si existe
una redistribución progresiva de los ingresos. Es necesario como
objetivo primario lograr que la distribución del ingreso sea más
equitativa. Es necesario para ello plantear una serie de acciones a nivel
macro y paralelamente comenzar a actuar desde lo personal frente a este
cuadro de situación. Es necesaria la
búsqueda de mecanismos para paliar esta situación de absoluta injusticia
social. Por un lado la
necesidad de financiamiento de las cajas jubilatorias. Una salida
inmediata es lograr que nuestros representantes, que se reunieron un
domingo a la madrugada porque así se lo exigían los mercados, modifiquen
la ley permitiendo al menos que se permita la posibilidad que se pueda
volver al sistema de reparto. Posiblemente en la asamblea a realizarse en
el día de la fecha, podemos definir metodologías para llevar adelante esta
propuesta que ya ha sido planteada por distintos sectores.
Es necesario por
otro lado combatir los grandes evasores. El personal de la AFIP ha
ofrecido durante tres meses realizar esta tarea en forma gratuita, siempre
y cuando los dejen ir a ciertos lugares claves. Entiendo que debemos
apoyar esta propuesta no sólo del punto de vista testimonial, sino también
creo que en el marco de las universidades y sobre todo aquellos que
tenemos carreras de Ciencias Económicas si podemos hacer algo para ayudar
a llevar adelante estas tareas. Finalmente desde lo
micro tengamos en cuenta en cada acción que llevamos adelante, a quienes
beneficiamos, y en igualdad de condiciones beneficiemos a un argentino y
no a un capital multinacional. Tenemos que luchar
para llevar adelante un shock redistributivo en un marco de compromiso
social y de profundización democrática. La única
posibilidad hoy para superar esta situación, lograr fondos genuinos para
jubilados, empleados públicos, reactivar el sector productivo y comercial,
generar fuentes de trabajo para los desocupados, es definiendo e
implementando políticas que expandan y diversifiquen la demanda, y la
única posibilidad es a través de una distribución más justa y equitativa
entre todos los habitantes de nuestro país, sin excepción
alguna. Pero la única forma
de llevarlo adelante es sumándonos todos los sectores involucrados,
llevando adelante acciones comunes y en conjunto. Por otro
lado tener en claro, que en esta lucha no es para solucionar un problema
coyuntural. Es necesario tener en claro que de esta lucha depende el
futuro de la Argentina y de los argentinos en las próximas décadas. Y no
nos olvidemos que los argentinos y argentinas de las próximas décadas
serán ni más ni menos que nuestros hijos. Ese es el motivo fundamental por
el que no podemos abandonar esta lucha.
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