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El ANTRAX o CARBUNCO es primariamente una enfermedad que afecta a ovejas, cabras, vacas, caballos y a otros animales, si bien la oveja es el animal más sensible. El hombre la adquiere sólo ocasionalmente. El agente causal es una bacteria denominada Bacillus anthracis, productora de esporas que se encuentran distribuidas en suelos de muchas regiones del mundo, donde pueden persistir más de cuarenta (40) años. Su resistencia a la luz solar, desecación y diversos agentes químicos hace que permanezcan vivas durante largo tiempo en los productos derivados de animales (pieles, cueros, pelos) o en el terreno donde pastaron y murieron animales carbuncosos, pudiendo dispersarse a distancia de su punto original.
Los cuadros patológicos pueden aparecer en los animales y en el hombre.
El carbunco animal se produce tras la ingestión de esporas en campos contaminados. Es una enfermedad infecciosa aguda, febril, con aumento de tamaño de ganglios y bazo y síndrome hemorrágico; la muerte sobreviene por septicemia a los pocos días y el aspecto de la sangre es negruzca, pegajosa e incoagulable.
El carbunco humano se adquiere por contacto con animales enfermos, a partir del suelo contaminado o por inhalación de materiales infectados. Puede adoptar distintos tipos clínicos:
El tratamiento se realiza con penicilina, doxiciclina, ciprofloxacina u otros antibióticos.
Las medidas sanitarias para la prevención del carbunco consisten en la vacunación sistemática del ganado; educación agropecuaria para interpretar los primeros síntomas; desinfección de materiales contaminados; vacunación humana sólo en los individuos más expuestos; aplicación de antibióticos ante un caso sospechoso; empleo de guantes, mascarillas, etc., en los manipuladores, y educación sanitaria.
El Bacillus anthracis está dentro de los microorganismos considerados como “armas biológicas potenciales”. Ante la versión publicada en un diario norteamericano que incluye a la Argentina en una lista de 45 naciones que ofrecen esta bacteria (sic), especialistas consultados admiten que algunos laboratorios del país guardan cepas de este bacilo, pero “nadie las entregaría conscientemente a un bioterrorista”.
Dra. Olga N. P. DE CENTORBI
Prof. Tit. Bacteriología y Virología
Fac. de Qca., Bioqca. y Fcia. - UNSL
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